Esa es la conclusión de un estudio titulado Big trees in trouble: How the mighty are falling, dirigido por William Laurance, profesor de la Universidad James Cook de Australia, ypublicado esta semana en la revista New Scientist. Su característica más llamativa, su altura, además del grosor de sus troncos, hace que estos árboles sean especialmente propensos al desarraigo cuando están en los bordes de los bosques, en los que se incrementa la turbulencia del viento.
Según Laurance, organismos e infecciones bacterianas nuevas, a menudo transportadas accidentalmente de un continente a otro por los importadores de plantas y artículos de jardinería, están amenazando las especies. En muchas áreas tropicales, las sequías son ahora más duraderas e intensas. La alteración del hábitat limita la protección de estos reyes gigantes de los bosques, que no son abundantes: comprenden menos de 2% de todos árboles en cualquier bosque:
Los grandes árboles son muy importantes ecológicamente. Ayudan a definir la arquitectura de los bosques y a almacenar gran parte de la biomasa del mundo, encerrando miles de millones de toneladas de carbono que de otro modo podrían escapar a la atmósfera. Sus raíces pueden penetrar profundamente bajo tierra para aprovechar las fuentes ocultas de agua y producen la mayor parte del vapor de agua que emana de los bosques y genera la vida.
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